Heridas de la infancia

¿Qué son las heridas de la infancia?

 Las heridas de la infancia son esas cicatrices emocionales que llevamos desde nuestros primeros años de vida, éstas pueden influir profundamente en nuestra vida adulta.

Lise Bourbeau, una reconocida autora en el campo del desarrollo personal, nos presenta en su libro "Las 5 heridas que impiden ser uno mismo" una perspectiva innovadora sobre el origen de nuestros sufrimientos. A través de una profunda investigación y análisis de miles de casos, Bourbeau identifica cinco heridas emocionales fundamentales que, arraigadas en nuestra infancia, moldean nuestra personalidad adulta y condicionan nuestras relaciones.

¿Cuáles son estas cinco heridas?

 1.  Herida del Rechazo: Esta herida se origina cuando el niño siente que no es amado o valorado tal como es. Como adulto, la persona que lleva esta herida tiende a buscar constantemente la aprobación de los demás, a sentirse inferior y a sabotear sus propios éxitos.

 2.  Herida de Abandono: El miedo a la pérdida y la inseguridad son características comunes en quienes han experimentado la herida del abandono. Este vacío emocional los lleva a buscar constantemente compañía y a temer la soledad.

 3. Herida de Humillación: La humillación socava la autoestima y genera un profundo sentimiento de vergüenza. Las personas con esta herida suelen ser perfeccionistas y buscan la aprobación constante de los demás para sentirse validados.

 4. Herida de Traición: La desconfianza y la dificultad para establecer relaciones íntimas son signos de la herida de traición. Quienes la llevan suelen ser controladores y celosos.

 5. Herida de Injusticia: La sensación de que la vida no es justa y de que siempre se es víctima es característica de quienes han experimentado la herida de injusticia. Suelen ser rígidos y dogmáticos.

¿Cómo afectan estas heridas nuestra vida?

Las heridas emocionales no son solo un recuerdo del pasado, sino que se manifiestan en nuestra vida adulta de diversas maneras. Pueden expresarse a través de síntomas físicos, como enfermedades crónicas, o a través de patrones de comportamiento repetitivos y disfuncionales. Además, estas heridas pueden afectar nuestras relaciones personales, profesionales y nuestra autoestima.

¿Por qué es importante reconocer estas heridas?

Reconocer las heridas emocionales es el primer paso hacia la sanación. Al identificar las creencias limitantes y los patrones de comportamiento asociados a cada herida, podemos comenzar a trabajar en su transformación. Bourbeau nos ofrece herramientas prácticas y sencillas para sanar estas heridas, como la meditación, la visualización y el perdón.

¿Qué hacer si me identifico con alguna de estas heridas?

Lo más importante es buscar ayuda profesional. La terapia psicológica puede ayudarte a identificarlas y sanarlas. Afortunadamente, existen diversas formas de abordar y sanar estas heridas en el contexto terapéutico, aquí te comparto algunas estrategias:

 

  1. Terapia de Conversación:
    • La terapia de conversación, también conocida como terapia psicodinámica o terapia de apoyo, permite explorar las experiencias pasadas y cómo afectan nuestra vida actual. El terapeuta ayuda al paciente a procesar emociones, identificar patrones y comprender las conexiones entre las heridas y los comportamientos actuales.
  2. Terapia Cognitivo-Conductual (TCC):
    • La TCC se centra en identificar y modificar patrones de pensamiento negativos y comportamientos disfuncionales. En el caso de las heridas de la infancia, se trabaja en reestructurar creencias limitantes y desarrollar estrategias de afrontamiento más saludables.
  3. Terapia de Arte:
    • El arte puede ser una vía poderosa para expresar emociones y acceder a partes profundas de nosotros mismos. La terapia de arte permite explorar las heridas a través de la creatividad, utilizando pintura, dibujo o escultura.
  4. Meditación y Mindfulness:
    • La práctica regular de la meditación y el mindfulness ayuda a conectar con las emociones y a aceptarlas sin juicio. Esto puede facilitar la sanación de las heridas emocionales.
  5. Terapia de Exposición:
    • En casos de traumas específicos, como abuso o negligencia, la terapia de exposición gradual puede ayudar. Se trata de enfrentar progresivamente los recuerdos dolorosos para reducir su impacto emocional.
  6. Terapia de Grupo:
    • Participar en grupos terapéuticos con personas que han experimentado situaciones similares puede proporcionar apoyo, comprensión y la oportunidad de compartir experiencias. La conexión con otros puede ser sanadora.
  7. Terapia EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares):
    • Es especialmente útil para tratar traumas. Implica seguir movimientos oculares mientras se recuerdan las experiencias dolorosas, lo que ayuda a procesar y desensibilizar las emociones asociadas.

En conclusión.

Las heridas de la infancia influyen profundamente en nuestra vida adulta. Reconocerlas y trabajar en su sanación es fundamental para liberarnos de patrones limitantes y vivir una vida más plena y auténtica.

Recuerda que cada persona es única, y la elección de la terapia dependerá de sus necesidades individuales. Buscar ayuda profesional es fundamental para abordar las heridas de la infancia y desarrollar una mayor resiliencia emocional.

 Recuerda que si deseas atención psicológica personalizada puedes contactarme.

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